La llegada se funda en una extensión de la zona de “Las Pataguas” a la orilla del lecho del Río Maipo, con abundante presencia natural y vistas tranquilas hacia las montañas eternas del oriente y el cerro Isidora junto a él. El acceso abierto se muestra en toda su plenitud en la que aparecen tres árboles ancestrales que se yerguen protagónicamente en toda la extensión cuidando el lugar y siendo abrazados por dos coronas, las montañas del Norte y del Sur. El terreno es amable en su morfología, mostrándose en planicies que levemente cambian su textura en torno a pequeñas piedras que van aumentando de tamaño en cuanto llega la cercanía a las heladas y antiguas aguas del Maipo.
El lugar asoma como un gran cobijo, un cobijo primigenio que es sostenido en una atmósfera de cierto misticismo, en un tiempo que avanza a otro ritmo a un ritmo natural, al son del canto del río que instrumentaliza su voz con las piedras y rocas, arriba y abajo y que esperan tranquilas el paso del tiempo y la llegada de los nuevos habitantes.
En Habitar Arquitectura, cada proyecto es único. Se inicia en la escucha del territorio y las personas y se avanza orgánicamente. Desde este momento emergen las formas que dan sentido al espacio. El proceso de creación integra meditación, maquetas vivas, diálogo y arte. Cada etapa se acompaña cuidadosamente y eso transforma la obra. Si buscas más que una casa, si buscas belleza que sostenga tu propósito, este camino es para ti.
El Cobijo es un claro ejemplo de cómo una obra puede nacer desde la confianza a diferencia de un proceso tradicional. Su diseño acompaña, inspira y fluye. En lugar de imponer formas, estas emergen, y al hacerlo el espacio respira contigo. En este proceso, se cuida la energía, se cultiva la claridad y se construye algo más profundo: un hogar que sostiene la vida con propósito, calma y belleza.
El proceso de Habitar Arquitectura permite que cada etapa del proyecto fluya con armonía. No hay improvisación, hay escucha, respeto y confianza. Esto cuida el tiempo, los recursos y permite una visión amable de todo el proceso, lo que se traduce en decisiones coherentes que acompañan desde el diseño, la planificación de obra y la construcción del espacio en sí, culminando en una celebración sagrada y agradecida por todos los miembros de esta vivencia arquitectónica transformadora.
Cada proyecto es un Ser. Te invitamos a una visión viva que orienta, inspira y ordena. Al comprender el alma del espacio desde el inicio, todo lo demás fluye: la obra se simplifica, los recursos aparecen y el proceso se transforma en un gran acto creativo. Una arquitectura que respeta, acompaña y alienta.
El lugar asoma como un gran cobijo, un cobijo primigenio que es sostenido en una atmósfera de cierto misticismo, en un tiempo que avanza a otro ritmo a un ritmo natural, al son del canto del río que instrumentaliza su voz con las piedras y rocas, arriba y abajo y que esperan tranquilas el paso del tiempo y la llegada de los nuevos habitantes.